El intendente le propuso al Concejo trabajar en conjunto más allá de las diferencias. Pero ya advierte las dificultades. El municipio toma distancia de la campaña de vacunación y endurece el discurso sobre seguridad.
Por Ramiro Melucci
“El único que interpreta el mensaje es Gustavo. Nos critica, pero cuando llega el momento de votar nos arrima propuestas razonables y podemos acordar”. La evaluación se escuchó en el gobierno municipal después de la inauguración de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante. El Gustavo al que aludía el dueño de la frase era Pulti. Y en su tono de voz todavía se notaba el malestar con el Frente de Todos.
Cerca del intendente no cayó bien la catarata de tuits que lanzaron los concejales de la principal bancada opositora en la antesala del discurso del 1 de marzo. Los concejales aprovecharon la ocasión para recordar las promesas incumplidas del año pasado. Desde la mejora en los espacios públicos hasta la seguridad. Desde la construcción de un hospital municipal hasta la de dos jardines de infantes. Desde la infraestructura del Parque Industrial hasta el aspecto de los escenarios deportivos, con fotos del estado en que se encuentra el estadio José María Minella.
“Se olvidaron un detalle: estamos en pandemia”, respondieron en el gobierno, y advirtieron que aquellas críticas anticipan las dificultades para lograr el acuerdo de madurez institucional que propuso Guillermo Montenegro en el Concejo. El objetivo es que las diferencias partidarias no opaquen en el año electoral la necesidad de trabajar en conjunto. Todos los bloques comparten esa declaración de buenas intenciones, pero no todos la interpretan de la misma forma.
Si fuera un contrato y tuviera letra chica, el Frente de Todos aclararía que no incluye mirar para otro lado ante lo que está mal ni dejar de oponerse a los proyectos oficiales que no están bien planteados. Entre ellos coloca al pliego del transporte público.
En cambio, establecería la garantía de discutir a fondo cada iniciativa para intentar un texto mejorado (como en el caso del plan de estímulo a la construcción) y la de no poner obstáculos en ningún debate. Implicaría, por ejemplo, asegurar el quórum hasta en los momentos en que el oficialismo se distrae.
Los concejales aprovecharon la ocasión para recordar las promesas incumplidas del año pasado. Las críticas anticipadas causaron malestar en el gobierno.
Después de la apertura de sesiones hubo otras novedades. El Foro de la Construcción se quejó por la demora del plan promocional en la comisión de Obras. Fue un dardo para los oficialistas y opositores que acordaron el desglose del expediente y tratan cada tramo por separado. En el Concejo avisan que los tiempos legislativos no son los de las empresas y el gremio. “Vamos a seguir trabajando igual. No esperen otra cosa”, responden. El Ejecutivo, redactor del proyecto, aparece en el medio de los tironeos. Desearía más premura, es cierto, pero no presiona.
La conformación de las comisiones internas dejó sus señales. Como era esperable, Juntos por el Cambio y el Frente de Todos se repartieron las presidencias de las dos nuevas: Seguridad quedó en manos del oficialista Nicolás Lauría y Género será presidida por la opositora Sol de la Torre. La apostilla la aportó Vito Amalfitano, el edil propuesto por el kirchnerismo para Seguridad. El mismo día que se conoció la designación de Lauría presentó un proyecto para que el Concejo repudie la exhibición de bolsas mortuorias frente a la Casa Rosada en la marcha del 27 de febrero. Lo firmaron todos los concejales del Frente de Todos; el del Frente Renovador, Ariel Ciano, y un miembro del bloque de Montenegro: Lauría. Subyacía la lectura de que uno y otros están acercándose cada vez más.
Nada de aquello marcó un giro como el que ocurrió en materia sanitaria. El municipio tomó distancia de la estrategia de vacunación de la Provincia. La secretaria de Salud, Viviana Bernabei, cuestionó la contratación de vacunadores eventuales y ventiló incongruencias. El intendente ya se había adelantado en el discurso con una frase sobre la politización de la campaña. Ocurre mientras el municipio espera que el Ministerio de Salud bonaerense habilite centros de salud como puntos de inmunización, más allá de los argumentos en contra que deslizó el titular de Zona Sanitaria VIII, Gastón Vargas.
No parece casual que las diferencias se hagan públicas después de que el ministro porteño, Fernán Quirós, se quejó del criterio de distribución de las vacunas que utiliza el gobierno nacional. Lo que agregó un foco de conflicto entre Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández. Matizado luego con el comunicado conjunto en el que las autoridades sanitarias de las distintas jurisdicciones, incluso Quirós, declararon estar “más unidas que nunca”.
Bernabei ventiló incongruencias en la vacunación. El intendente se había adelantado en el discurso con una frase sobre la politización de la campaña.
Con todo, la política nacional tiende a agrietarse. La Justicia, Formosa, la querella criminal contra Mauricio Macri y el decreto que anuló la política migratoria son asuntos que tensionan cada vez más. A propósito del último decreto, el municipio podría no haber metido bocado, pero recordó que el secretario de Seguridad, Horacio García, era el director nacional de Migraciones y por lo tanto había sido una pieza clave en la redacción de aquella norma.
El funcionario destacó que buscaba acelerar la expulsión de extranjeros que delinquían. Rechazó que se violaran los derechos humanos de los migrantes, como entendió el Gobierno. Así, el municipio ratificó el endurecimiento de su discurso sobre la seguridad. Apalancado tras la rápida intervención de Sergio Berni –otro defensor del decreto migratorio anterior– para cambiar la cúpula policial. El ministro dijo en Mar del Plata que está en marcha un plan integral. Justo lo que necesitaba el intendente para que la oposición no siga insistiendo con su inexistencia. Hacerlo ahora en los mismos términos sería criticar a la Provincia.
Berni cambió la cúpula policial y tuvo coincidencias con Montenegro.
En este contexto, lo único que puede asemejarse a un acuerdo institucional es el Consejo Económico, Social y Productivo. El intendente lo calificó como “una herramienta fundamental para lograr los objetivos de mediano y largo”. Un guiño a la oposición.
La ordenanza para crearlo fue aprobada a fines del año pasado. Los concejales compaginaron proyectos de Ciano, Daniel Rodríguez, Alejandro Carrancio y Vilma Baragiola en un texto común. Hasta entonces, el Ejecutivo era partidario de perpetuar como mesa de consenso a la Comisión de Reactivación Económica, el ámbito del que partieron los avales para la reanudación de una gran cantidad de actividades tras la cuarentena estricta.
Tras la aprobación, Rodríguez insistió en la necesidad de su implementación. Antes y después de que Alberto Fernández lo lanzara a nivel nacional. El Frente de Todos premió su entusiasmo y ya lo designó vicepresidente. El titular será el intendente, que delegó la coordinación en el secretario de Producción, Fernando Muro. La reunión constitutiva será en los próximos días. El objetivo está escrito en letras de molde: generar un espacio de concertación de políticas públicas que sirva para planificar la pospandemia. El riesgo de que devenga en un ámbito de catarsis colectiva, en cambio, no figura en ningún lado. Pero existe.